sábado, 18 de diciembre de 2010

Los Soriano, esos mellizos de Atlanta



A los 5 años los mellizos Abel y Andrés Soriano festejaban sus primeros goles en infantiles de General Paz Juniors. Y confundían a los rivales. “De chiquitos también usábamos el mismo corte de pelo”, cuenta Andrés. “Y nuestra mamá nos vestía igual”, agrega Abel. El destino futbolístico volvió a unirlos ya en la Primera de Juniors y luego en Belgrano. A partir de esta temporada los Soriano, nacidos en Córdoba el 30 de octubre de 1983, vuelven a compartir camiseta en Atlanta (donde ya habían jugado pero en distintas épocas) que quiere prenderse en la punta del torneo de Primera B. Y el debut resultó inolvidable para ambos: “Jugábamos en cancha de Atlanta contra Brown y llegamos a la mitad del segundo tiempo empatados 0 a 0. Lo veo a Abel que pica entre los centrales cuando estaba saliendo la defensa de ellos. Le di el pase y metió el gol. El partido terminó 1 a 0. Fue una sensación espectacular, el sueño de volver a jugar juntos y encima pasarle la pelota para que él meta el gol”, se emociona Andrés. Y Abel mete la réplica: “Claro, vos hablás del pase que me diste, pero no contás lo bien que definí, ja, ja”.

Conversadores e ingeniosos como dignos cordobeses, los Soriano aseguran que “tenemos montones de anécdotas por nuestro parecido. Los compañeros en Atlanta recién ahora nos están identificando, pero los primeros días se hacían un quilombo bárbaro. Es natural. Para jugar me pongo una vincha para que hasta el relator de la TV nos identifique”, explica Andrés, que también jugó en Deportivo Cuenca y Espoli de Ecuador. Abel, que también pasó por Racing de Córdoba, Deportivo Español y Luján de Cuyo, cuenta que “el otro día en cancha de Los Andes el técnico cuando me reemplaza me dice que por dos pelotas que había perdido, el rival armó dos contraataques. Pero en realidad yo perdí sólo una; la otra la perdió Andrés. Y la ligué yo, ja”.

Durante la entrevista, un hincha de Atlanta, sentado en otra mesa del bar del barrio de Almagro, se levanta para felicitarlos “por como juegan y las ganas que ponen”. Felices los hermanos agradecen. Y rápido le tiran otro chiste a Clarín : “A este señor le pagamos nosotros para que nos elogie delante de ustedes”.

Más serio, Andrés detalla que “nos conocemos mucho y charlamos cosas que quizás no hablamos con otros compañeros”. Abel agrega que “conocernos desde la panza es una ventaja. Ya sabemos que va a hacer y donde va a ubicarse cada uno dentro de la cancha”. Andrés señala que “tenemos distintas características de juego, yo voy por afuera y hago el trabajo sucio; Abel anda mejor en el juego asociado y toca y va al área”. Andrés destaca que “somos muy estudiosos del fútbol, vemos todos los partidos y los analizamos. Es nuestro trabajo; no sólo se trata de entrenar dos horas por día”. ¿Se viene una dupla técnica melliza en el futuro? “Abel está haciendo el curso de DT y lo veo como técnico o coordinador de inferiores, tal vez siguiendo la línea de mamá que es maestra. A mi me fascina el fútbol; podría encargarme de analizar al rival si me lleva a trabajar con él”, sigue Andrés, autor de 5 goles en el actual torneo. Su hermano lleva 4.

Un tercer hermano, Ariel, mayor que Andrés y Abel, no es futbolista sino el hincha número uno y coleccionista de fotos y recortes de la dupla ofensiva que ilusiona y hace gritar goles a Villa Crespo. Y por duplicado.

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